Wednesday, July 20, 2016

Sobre una famosa traducción


 
En una magnifica entrevista que acaba de publicar Letras Libres en su edición de julio, la gran poeta uruguaya Ida Vitale, habla, entre otros temas, de su oficio de traductora. Al referirse, específicamente, a la traducción de poesía, recuerda a Néstor Ibarra y dice esto: 

Me gusta menos traducir poesía porque siempre quedas inconforme. Para mí, en poesía, hay un modelo casi único: la traducción que hizo el argentino Néstor Ibarra de El cementerio marino, de Paul Valéry. Hay estrofas que son casi mejores en español que en francés. Lograr la misma reacción ante el texto traducido que ante el original es dificilísimo, pero de eso se trata y sin lograrlo no quedas conforme.eicefiere a su oficio de traductora ibres en su  semestre.  S  

En esa opinión Ida Vitale está bien acompañada. Recordemos que en el prólogo que Borges escribió para la traducción de Ibarra, encontramos una afirmación semejante. Borges modificó allí la famosa frase italiana (“traduttore, traditore”) para concluir que a veces el traducido es el traidor. Además de refutar la creencia de que el original siempre es superior a sus versiones, llegó a sostener que la de Ibarra contenía estrofas, que, confrontadas con las originales, hacían ver a Valéry como un mero imitador de su traductor argentino. Con menos sarcasmo, postuló la inexistencia de textos definitivos y el carácter de borrador que posee cuanto escribimos. Destacó asimismo que la traducción de Néstor Ibarra era la primera que cumplía “con los rigores métricos” del poema. Acá, la feliz astucia borgeana:


…invito al lector sudamericano –mon semblable, mon frére- a saturarse de la estrofa quinta en el texto español, hasta sentir que el verso original de Néstor Ibarra (“La pérdida en rumor de la ribera”) es inaccesible, y que imitación, y que su imitación por Valéry (“Le changement des rives en rumeur”), no acierta a devolver íntegramente todo el sabor latino. Sostener con demasiada fe lo contrario, es renegar de la ideología de Valéry por el hombre temporal que la formuló…

Esta es la “creación” de Ibarra: 

Como en goce la fruta se resuelve,
Como su ausencia exquisitez se vuelve
En cuanta boca su apariencia muera,
El humo que seré ya se levanta,
Y el cielo al alma consumida canta
La pérdida en rumor de la ribera. 

Y esta, la “imitación” de Valéry: 
 
Comme le fruit se fond en jouissance,
Comme en délice il change son absence
Dans una bouche où sa forme se meurt,
Je hume ici ma future fumée,
Et le ciel chante à l’âme consumée
Le changement des rives en rumeur.
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Sin olvidar jamás la traducción de Jorge Guillén, adorada por Valéry, me es difícil, cuando se trata de “El cementerio marino”, no repetir su  penúltima estrofa en la genial versión de Ibarra que Borges recitaba de memoria:  

Sí! Delirante mar, piel de pantera,
Peplo que una miríade agujera
De imágenes del sol, hidra infinita
Que de su carne azul se embriaga y pierde,
Y que la cola espléndida se muerde
En un tumulto que al silencio imita!

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