Wednesday, August 03, 2016

Suena en checo la palabra "música"



Es el año 1937. El escritor está en Praga. Se hospeda en el piso más alto del Hotel Julis. Al lado de su habitación se encuentra la de Oskar Kokoschka, quien por esos días hace el retrato del presidente Masaryk. De su relación con el pintor, y de la impresión que éste le produce, el escritor habla largamente en este tomo de sus memorias, pero ya habrá tiempo de volver a lo que dice de Kokoschka. Ahora me detengo en un comentario del autor, que ilustra maravillosamente su experiencia con el vocablo “música”.  

Lo que le pasó a Elías Canetti (de él se trata) nos ocurre a todos con algunas palabras a las que no podemos desprender del referente primigenio, mejor dicho, del sentido con que las hicimos nuestras. Leamos a Canetti: 

En los idiomas europeos, en la medida en que los conocía, la palabra era siempre la misma: ‘música’. Una palabra bella, sonora; cuando uno la decía en alemán; ‘Musik’, sentía, al pronunciarla, como si saltase hacia arriba. En los idiomas en que se acentúa más su primera sílaba, la palabra no parece tan activa, permanece un poco flotante, antes de extenderse. Yo amaba esta palabra casi tanto como lo que ella designa. Poco a poco, sin embargo, me fue resultando enojoso que se la emplease para denominar toda clase de música. Cuanto más música moderna oía, tanto más inseguro me volvía en mi relación con esta denominación general. En una ocasión me atreví a decirle a Alban Berg si no debería haber también otras palabras para decir ‘música’, si la incurable impasibilidad de los vieneses frente a toda música nueva no estaría relacionada con el hecho de que habían llegado a identificarse tan completamente con lo ‘representado’ por la palabra, que eran incapaces de tolerar nada que les cambiase el contenido de ella. Tal vez, si se ‘llamase’ de otro modo, estarían más dispuestos a habituarse a ello. Pero Alban Berg no quiso saber nada de lo que yo le decía. A él, explicó, como a todos los demás compositores, lo que le importaba era la música, y nada más… Me preguntó si no me había llamado la atención el hecho de que la misma palabra estuviera extendida por toda la Tierra. La reacción de Alban Berg fue violenta, más aún, se sintió enfadado por mi ‘propuesta’, y su postura fue tan resuelta que jaás volví a mencionar este asunto.  

Pero aunque callé, consciente de mi ignorancia musical, no conseguía desembarazarme de este pensamiento. Y cuando de pronto me enteré en Praga, casi por azar, de que la palabra checa para decir ‘música’ era ‘hudba’, quedé cautivado. Esa era la palabra apropiada para denominar Les Noces de Stravinski, la música de Bartok, de Janácek, de otros muchos compositores”.
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Elías Canetti, en Praga, iba de patio en patio, fascinado, oyendo palabras fuertemente acentuadas casi todas en la primera sílaba. Se preguntaba por qué el ímpetu de esas palabras penetraba en él. Más tarde pensó que se debía a los recuerdos del búlgaro de su primera infancia. Tal vez. Lo cierto es que en Praga sintió que los checos se dan en la palabra mucho más que nosotros cuando nos comunicamos. Leyéndolo recordé unos versos de Claudio Rodríguez, que me parece calzan como “hudba” en esta hermosa experiencia de Canetti:
 

“… La flor vive
 tan bella porque vive poco tiempo
 y, sin embargo, cómo se da, unánime,
 dejando de ser flor y convirtiéndose
 en ímpetu de entrega” 

(Claudio Rodríguez)
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El libro de Canetti citado es El juego de ojos, Muchnik Editores, Barcelona, 1985.
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Un enlace para escuchar el concierto A la memoria de un ángel de Alban Berg, en el violín del checo Josef Suk y con la orquesta dirigida por el también checo Karel Ancerl. El ángel a quien está dedicado el concierto es Manon Mahler, hija de Alma y de Gropius: