Friday, April 14, 2006

Fragmentos de una novela

La novela que es este diario necesita más personajes. Debo inventar uno nuevo. Puede ser, por ejemplo, un fotógrafo de la farándula. O puede ser un cocinero iniciado en la gastronomía molecular. Podría ser una joven bailarina deseosa de inventar nuevas formas de enseñanza. O tal vez un viejo pintor atormentado que vive aplazando su suicidio. Pongamos que la profesora de danza apareció y le escribió un email a una de sus colegas, confesándole su amor, un amor que dice mezclar admiración con ganas de estar cerca. Pongamos, entonces, que la joven bailarina está tratando de seducir a su colega menos joven, una coreógrafa conocida y celebrada. Ya le hizo un regalo y le dijo algunas frases atrevidas. La tiene desconcertada. Desde luego la profesora no se lo esperaba. Dejémoslo hasta ahí. Ya tendremos tiempo de describir la belleza de las bailarinas y de abundar en el modo invasivo que posee la más joven cuando deja caer su gracia en los espacios femeninos. Pasemos a considerar al fotógrafo que está tocándonos la puerta. Es un hombre joven, a quien buscan con mucho interés modelos y actrices. Dicen que sólo los portafolios que contienen fotos suyas tienen suerte en las agencias. Pero él está triste, qué tendrá el fotógrafo. Acá está diciéndome que a él le gustaría hacer otro trabajo, que está cansado de disparar contra la pose, contra la escena preparada. El quiere fotografiar por dentro. Gente por dentro. Cosas por dentro. Fotografía adentro, camará.

La bailarina vuelve. Ensaya en su taller. Mis borradores están siendo invadidos por ella y por el fotógrafo y por los que más adelante van a aparecer en estas notas. Formarán una peña, un sindicato de personajes e irán dándome instrucciones. No quieren narradores autoritarios. Han consultado con viejos personajes míos para conocer mejor las manías que tengo como narrador. No sé cuánto le habrán revelado el Turco Najul y Toto De Lima. Suele ser discreto el primero y deslenguado el segundo. Tal vez acudan a Pionono Anzola para enterarse más, pero uno nunca sabe cómo puede reaccionar este prelado. Son los riesgos de no ser un narrador omnisciente.

1 comment:

Anonymous said...

Me encantó el juego de palabras; "Fotografía adentro, camará", que a su vez recuerda una vieja letra de la "salsa".

Camará: cámara, vale decir, fotografía adentro.

Por cierto, ¿quién cantaba "Plantación adentro, camará"?